De la hoja desprendida en su desmayo
sigo pendiente el curso hasta su meta,
acomodó en el suelo al fin inquieta
su apagado verdor lucido en mayo.
No atraviesa la hoja como el rayo
tiene un compás de baile cual cometa,
juguete natural para el poeta
que desnuda a las ramas de su sayo.
Pero el árbol enseña dominante
al frío temporal, al aguacero,
su desnudo armazón, si hojas reclamas,
le despreocupa al árbol lo elegante,
con la dureza propia del acero
cuida de su raíz, no de sus ramas.
Antonio Pastor Gaitero