Llegamos a Huelves cuando el pueblo se estaba levantando de la siesta, la noche fue larga, una suave brisa apenas acunaba las hojas más altas de los árboles, buscamos sombra y nos sentamos en un banco cercano a la iglesia. Fue todo cordialidad, abrieron las puertas y tuve tiempo para adornar el «escenario» con lonas y libros. Con una puntualidad exquisita fueron entrando y acomodándose con respeto y silencio. Comencé recitando un poema y entre canción y poema me sentí abrazado por el silencio y el aplauso y canté cómodo.
No te derrumbes mar en este suelo
ahora que se despierta la mañana
y los racimos de semillas vuelan
para elegir la miel de su sustento.
No te derrumbes mar sobre las rocas
ahora que el mineral color elige
y disfraza la piedra su contorno
para ocultarlo en su interior latente.
Si te derrumbas cae sobre mi pecho
ahora tengo mis alas sobre espigas
extendidas en paz formando estelas.
En el pan de tu pecho crece el trigo,
derrúmbate en mis manos, con tus manos
amasaremos luces de infinito.
Antonio Pastor Gaitero