Es nuestro tiempo un tren de cercanías
y en su trayecto el pasado acerca,
guardamos las maletas que no hicimos
en espera de un acto fragmentado,
y el tiempo nos recuerda que es olvido.
El tiempo pasa y nos señala piedras,
heridas por tropiezos de los torpes
que escriben con errores su derrumbe.
¡Dejad la piedra en paz y en su descanso!
Grita el camino vista la torpeza,
pero la piedra espera otro tropiezo,
y todo se repite y todo llega
como si fuera un eco ineludible.
Es el pasado un tren que nunca alcanza
esa estación que su presente espera,
pero al recuerdo acude sigiloso,
al beso y al dolor de los andenes.
Antonio Pastor Gaitero
Del libro «Con nombre propio»