La tarde amenazaba lluvia, pero un cálido viento apenas hacía bailar las hojas de los árboles, crucé tranquilo el Paseo el Prado y encaminé mis pasos al barrio de las letras, en la Calle de las Huertas 57 me esperaba un escenario amigo, la luz tenue de la sala provocaba en mí, la inquietud nerviosa del directo. Afiné la guitarra para probar sonido y empecé recitando un poema del nuevo libro «Con nombre propio». El silencio que me acompañó durante todo el concierto lo recibí como un abrazo y canté mis poemas con la entrega sincera de un abrazo compartido.
Al finalizar el concierto sentí que me faltaba el abrazo de una despedida, es por eso que quiero volver a esta sala representativa de la canción de autor.
Estás hecha al olvido en esta tarde
que olvida el sol de mayo su existencia,
sería necesaria una tormenta
de besos indulgentes, de iniciales
sonrisas en el alba del espejo
para esperar al mar desde la orilla,
para esperar la flor en los inviernos,
cuantas piedras tiré al acantilado
ese mes de diciembre y despedida
cuando el atardecer del mar lloraba.
Quizás la luna en su creciente guarde
la virtud que define la paciencia,
se divide en sus ciclos, tiene en cuenta
la fuerza natural de los metales,
entre los desengaños me hice viejo,
mi acero se oxidó, se tornó arcilla,
ya no vendrá la luna para vernos
de la mano seguir su paso alado,
de mi orilla tu mar buscó la huida
mientras la luna a nueva se alejaba.
Antonio Pastor Gaitero
Poema del libro «La respuesta del espejo» publicado por «Lastura Ediciones»