Hilario cuando terminaba de recitar un poema miraba a su alrededor con una sonrisa cómplice, y uno a uno respondíamos con una sonrisa por abrazo, conocí a Hilario en la tertulia del Café de Oriente, en los inicios del año 2000, o en los finales de 1999, asiduos los dos al evento poético, fue su cordialidad lazo indispensable para el afecto, maestro de la amistad, era su presencia motivo de encuentro y aprendizaje. Fue necesario conocerte, te admiro y te quiero.
Dejo este poema de su libro «Heridas de piedra» publicado en la Antología del Café de Oriente «Hiriendo de la luz el mar helado»
Se han posado en el árbol de mi llanto
aves oscuras. Y asoma sombría
una manada de lobos que guía,
por escarpadas noches, un abanto.
¿No ves mi piel, morena de quebranto,
envite del estío…? Y me creía
girasol bajo el sol del mediodía
en un jardín, sombrero de amaranto.
Si te vas espantada al ver que lloro,
¿Dónde tu voz que sé que cuando llamas
me puebla de palomas como un coro?
Ángel de piedra, huésped de las ramas,
herido del relámpago sonoro
ven a guardar la luna entre las llamas.
HILARIO MARTÍNEZ NEBREDA
Morir es parte de la vida y aunque el adiós hiere y araña, qué bonito hacerlo recibiendo palabras así. Te quiero, papet.