Cuando dices mi nombre te renombro
y me oculto en tus labios y te indago,
y te encuentro desnuda en esa estrella
que pronuncia tu nombre en la mañana
y en luz arrebatada te convierte;
y le canto tu nombre a los espejos
que conservan la luz de la promesa,
la nitidez del alba en tu recinto,
cuando dices mi nombre me parece
que me late la vida entre tus labios.
Si madruga la niebla, yo te nombro,
te nombro hacia la luz porque me embriago
de tu amor sobre el humo de tu huella
que roza el corazón y lo desgrana,
grito tu nombre que pregona verte
en límites del mar, hacia lo lejos,
donde prende el amor y el amor besa;
a tu nombre me abrazo y me precinto,
cuando dices mi nombre me parece
que me late la vida entre tus labios.
Del libro «La respuesta del espejo»