Todo el tiempo musical de Antonio Pastor Gaitero está lleno de acentos con la intensidad que un día prendió su actividad de hombre. Qué es un hombre. A veces uno se asoma al mundo, al pequeño mundo donde caben a lo sumo unas palabras para redimir la nada. Y ve cómo crece, en la noche de Madrid, la condición más humana de un cantor donde la sensibilidad poética tiene también su sitio. Compromiso: sonó altiva la voz contra el maltrato de la mujer, y dolorosamente dulce al recordar a la compañera Cristina Cocca, de adiós reciente. Todos los nombres son más sonoros en la guitarra de Antonio. Y todos los sucesos dejan de ser aparentes y tocan tierra al salir de los atisbos en la voz de Antonio. Eh aquí un hombre que sabe descifrar la vocación de los afluentes que quieren ser ríos, y de la revolución de los arrabales reclamando rosas en el sitio de un matorral. Intimidad: hurgó en su memoria nocturna y encontró este poema al que un día yo abrí las puertas con mi firma que dejó de ser mudez o hueca soledad de soledades. Aquella hija del medio siglo que pudo ser hoy retrato de un coral de juventud y se quedó en un misterio para las advertencias de un poeta archiviejo, imprudente, y con los ayeres agujereados de desmemoria.
Es un ejemplo de que Antonio Pastor Gaitero es mucho más que un murmullo alado. Una lámpara que jamás se apaga.
Recién salida del horno esta canción que estrenaré el día 27 de octubre, en la sala Jazzville– C/ Jesús Aprendiz 19. Poema del libro «Con nombre propio»
D6 F#m
No esperes a que asfalten el camino
Em A7 D6
ni a que alumbren la senda y la señalen con líneas fluorescentes
Em A7
ni temas al recodo,
D6 F#m
ni temas a las ramas si en otoño
B7 Em
brazos parecen que atraparte ansían
G
no esperes a la aurora
F#m
para iniciar el paso
Em A#7 A7
hasta el motivo que incesante te nombra,
G Fm Em A7
ni temas cuando el viento desordene las hojas de los árboles
F# Bm
y un silbido prolongue un eco largo
Em A7
que te obligue a mirar atrás con miedo,
D6 F#m B7 Em
En ese esfuerzo que prolonga el paso la meta está esperando.
G F#m Em A7
El paso decisivo es el primero en todos los caminos que te esperan.
F# Bm E A
No olvides colocar en la mochila toda la dignidad que al ser define,
F# Bm Em A7 D6
honradez y respeto y tolerancia, y así será la meta merecida.
En “El musical acento de tu nombre” Antonio Pastor Gaitero moldea la poesía con la sabiduría tradicional de la costumbre, no tiene que recurrir a garabatos o geografías de liturgias exóticas, porque todo lo que escribe forma parte de su mundo, de nuestro mundo, del mismo mundo que es el mundo de todos, por eso resulta tan reconocible.
En este libro – como en toda su poesía – Antonio Pastor Gaitero cultiva una lírica amplia, variada, y cuantiosa que da vueltas en torno al poeta con una emoción sostenida siempre y con una oferta de retales carísimos, pero que él regala con una espontaneidad expresiva de tal calibre que nos parece estar escrita para cada uno de nosotros.
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El soneto: cuando Quevedo terminó su “Amor constante más allá de la muerte” con ese polvo enamorado (supongo que aquí y a estas horas podré decir polvo sin que me eche alguna. Porque me refiero, como Quevedo, al pulvis eris et in pulveren reverteris, es decir el gorigori, a la muerte) entonces yo aposté: después de leer el mejor soneto de amor de la historia, que no más sonetos.
Pero llegó García Lorca con sus “Sonetos del amor oscuro” y sobre todo apareció Miguel Hernández y tuve que recular y desdecirme. Y si me permitís un barbarismo, despensarme.
Y ahora llega Antonio Pastor Gaitero y vuelvo a creer en el soneto.
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Y también pienso en Antonio Pastor Gaitero, maestro de las tres dimensiones de un mismo sentimiento. Mientras cantaba Antonio, mimando la guitarra como si fuese una novia, a mí el corazón me hacía una jugarreta muy extraña: me acordaba un poquito del vigoroso desmayo de los cantautores argentinos que se fueron marchando llevándose el nombre de Atahualpa, Cafrune, Cabral y otros así. Probablemente sea una boludez de mi oído de esparto, qué se yo, porque uno no manda en lo que oye aunque otro diga lo que dice. Estuvo serratiano, tierno, sarcástico, hondo, epigramático, nostálgico, alegre, parlanchín, silencioso y hasta se permitió el lujo de mentirse a sí mismo diciendo que le llaman el triste de Coslada. Amos, anda, Antonio. Antonio Pastor Gaitero pasó por la noche de Madrid y nos dejó otro libro – La respuesta del espejo- y un incendio.
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Antonio Pastor Gaitero, CON NOMBRE PROPIO, es el labrador de más aire que con la saquita llena sobre el hombro y la cadera izquierda, va lanzando puñados de simiente con la otra mano para que cada grano caiga en su sitio que es el valle y no el cerro. Todo de modo natural, todo de modo magistral. Porque el mejor poeta no es el que protagoniza más estruendos sino el que nos hace temblar. Su paso es seguro, su memoria poética y musical, tan febril como inagotable. Y no hay miedo de perderse.
También la mar está llena de miles de barcos y los conoce. Sabe de dónde vienen y a donde van. Incluso si el destino de alguno es naufragar y quedarse. Sepan ustedes que están ante uno de los libros más emocionantes que he leído desde que me di al vicio. Así que hagan como yo: lean, escuchen y disfruten del mejor hablador de la música.
Es poeta, pero no es poeta al uso. Y es cantautor, es decir, que tampoco es un músico al uso. Si somos rigurosos, Antonio Pastor Gaitero es un trovador, un poeta que ostenta el don de la poesía, de la versificación de la vida y lo transmite con la música para amplificar la carga emocional de su mensaje. En este libro de Lastura, Con nombre propio, ejerce su maestría en el arte del verso con modos libres y clásicos; y es especialmente amigo del cautivador arte del soneto, al que encumbró en su predilección cuando publicó el libro Sonetos de amor y otras ausencias. Antes y ahora, Antonio Pastor se ejercita en la trova, en la composición poética que podría ser cantada para divulgar su enjundioso contenido, lo que confiere a su poética un rasgo musical muy marcado y, podríamos decir, celebrado por emocionante; esto no se podría expresar mejor que como lo hizo el escritor extremeño Víctor Chamorro, que hace tan poco nos ha dejado, en una ocasión: (…) Y tus poemas, además adquieren una inefable tercera dimensión cuando los cantas con tu rostro de ATahualpa. Y entonces tu voz, de tantos registros solemnes, se cuela en los territorios más íntimos llevando azúcar y pomada.
Al fin, detalla una relación de poemas, entre otros, dedicados a personas concretas que comparten su afección y dedicación a la poesía. Son poemas que no caen en el panegírico. Puede parecer extraño, en un mundo como el nuestro, donde la envidia, el rencor y el egoísmo empañan las relaciones interpersonales, sobre todo cuando éstas se desarrollan dentro de un círculo de interés común, que un poeta escriba poemas sobre sus compañeros de fatigas, ensalzando todo lo positivo que en ellos admira o siente. Sólo si se conoce su caudal humano, determinaremos que no es extraño en él, sino natural; de hecho, no en uno, sino en varios de sus anteriores títulos de poesía, ejercita esta peculiaridad del poema dedicado. María Givernau, autora del prólogo de este libro, le define con dos palabras: alegría y generosidad. Porque él es una persona comprometida con la amistad y con la emoción que ésta genera y ha querido trasladar al verbo escrito lo que tantos sabemos de su propia voz. Integrar el sentir sobre amigos o personas a las que se admira y se respeta es algo que Antonio Pastor hace con el sentido artístico de la eternidad, de la perpetuación de su propio sentimiento sobre esas personas. Esto me recuerda lo que escribió Miguel de Unamuno en la mítica revista vasca Hermes, a propósito de un número extraordinario dedicado a Zuloaga, sobre cómo la literatura o la pintura ensalzan y se ocupan de personas. Se pregunta Unamuno con qué intención se hace esto y se responde: No otra (intención) que una intención artística, no otra que eternizar lo momentáneo, no otra que la de que desde fuera del tiempo, desde la eternidad, nos mire con sus ojos a los ojos de un hombre, criatura del hombre, y os liberte del tiempo y de sus ingratitudes.
Con nombre propio escribo este momento y me acerco a tu espalda si me alejo, de silencio me visto y me protejo y de versos me labro y me cimento.
Y, así, con esta sucesión de poemas, el autor quiere contribuir a la perdurabilidad de las virtudes de sus compañeros de viaje, al igual que las de otros a los que sólo ha conocido con al lectura, como Machado o Celaya. En un mundo donde la vanidad, que con sus vacuos resortes conduce, a veces, a la soberbia, y la falsedad son políticamente correctas, el autor afronta sus poemas con la honestidad de su verdad y no para hacer inflama del halago fácil en lo mundano, tan limítrofe al Vanidad de vanidades, todo es vanidad, del Eclesiatés.
Los amigos son uno en ese lazo indivisible que el amor procura, son uno en la distancia y en la aurora y en ese mar azul de la palabra.
Estos poemas que hablan sobre personas concretas a las que la lectura nos acerca a través de sus aptitudes y actitudes, están salpicados de citas en cursiva de los mismos. Son como pequeños cordones umbilicales que se agradecen y se combinan con el mensaje que nos facilita el autor. Esta dosis extrema de generosidad Antonio Pastor la salpica con otros poemas, poemas que seguramente están también dedicados, pero en los que el autor se reserva la dedicatoria. Es por eso, que el lector tiene la sensación de que no hablan de uno sino de todos los personajes que protagonizan el libro porque afrontan los temas que más transfieren a lo poético como la amistad, el amor o el tiempo. Y quizás, a través de ellos, de los «no dedicados», se tiene la sensación de que el autor desea ejercer su derecho a la memoria y a la rememoración de sus circunstancias cuando éstas han sido las personas que han entrado en su vida. Así, su poética conmueve porque apunta directamente al sentimiento, sin rodeos estilísticos o apuntes surreales.
Los árboles de otoño permanecen erguidos, solitarios, no acompañan al niño en la mirada cuando duerme.
Y, con ese goteo de poemas, adereza este libro de lírica especial. Especial porque su estilo poético es muy personal y, seguramente, irremediablemente marcado por su calidad de cantautor. Aunque utiliza la rima clásica, es amante del verso blanco que cultiva con efusión endecasílaba. Es Alfredo Piquer quien, en el prólogo de Tan solo por la luz la sombra existe, hace una disección certera sobre la poética de Antonio: … ejerce un cierto eclecticismo de raíz contemporánea en la utilización de la rima de manera optativa y sin establecer (…) delimita con precisión uno de los terrenos más veraces e identificables en poesía, como es el ritmo prosódico y la regularidad en la frecuencia de las tónicas.
Es difícil separar al poeta del músico porque ambos surgieron probablemente casi al mismo tiempo, en compañía, y eso marca definitivamente todo lo que escribe y todo lo que canta. Porque lo primero discurre con ritmo y lo segundo decanta poesía. Quizás, por eso, a modo de trova, escribe lo que en un futuro pueda ser cantado, con el deseo de testimoniar y con la ambición de evitar ese color sepia del olvido.
Parece que me oculto si amor canto cuando la muerte acecha y despiadada crece y la guerra crece y se alimenta
y nadie encuentra solución al llanto. ¿A dónde va mi voz enamorada? Si escribir al amor no me sustenta.
Laura Gómez Recas
Antonio Pastor Gaitero ha publicado los libros de poesía Sonetos de amor y otras ausencias, (2013), Tan sólo por la luz la sombra existe (2015), La respuesta del espejo (2016) y El musical acento de tu nombre (2018), todos ellos en Lastura Ediciones. Además, ha editado dos libros de literatura infantil.
Musicaliza buena parte de sus textos, ya que su vida se desenvuelve entre la poesía y la canción, aspectos que cultiva y divulga en su página antoniopastorcantautor.com
Antonio Pastor Gaitero, cantautor, poeta y amigo, es único cantándole a la amistad, al amor y a la justicia, así nos lo demuestra en este nuevo título, «Con nombre propio», como ya lo hizo en otros publicados anteriormente en nuestra colección de poesía: «Sonetos de amor y otras ausencias», «Tan solo por la luz la sombra existe», «La respuesta del espejo» y «El musical acento de tu nombre». Bienvenido este «Con nombre propio» acompañado por un excelente prólogo de María Guivernau, un diseño de cubierta de Miguel Martín Barragán e imagen de solapa de Pedro Tofiño.
En breve lo tendremos por fin en las manos y disponible en la caseta 150 de la Feria del Libro de Madrid.
Recuerdo gráfico de la presentación del libro en Canillejas en la fotografía de Pedro Ignacio Tofiño. Acompañado por Lidia López Miguel (Editora de Lastura Ediciones) y por el escritor Valentín Martín
Presentación de Valentín Martín
A lo largo de la historia de la literatura la poesía ha pasado por
numerosas tendencias, o maneras de interpretarla, o sencillamente
modas.
La que más influyó, sin duda, fue el Modernismo. Por el
Modernismo pasaron casi todos los grandes, aunque ninguno se
quedó para siempre. La belleza por la belleza no basta, hay que
añadirle más ingredientes (la poesía social suma el compromiso).
En el fondo se trata de buscarse a sí mismo en tantos ismos que ha
ido colonizando un espacio reservado sobre todo al sentimiento.
Antonio Pastor Gaitero ha esquivado todos los ismos de que
hablo. Todos los ismos menos uno: el de ser fiel a sí mismo como
poeta que desde las formas sencillas y clásicas se expande.
Se evita así pervertirse en algo tan intrincado que hay veces que
más de una lectura no basta para entender a algunos poetas que
viven en las metáforas, cuando las metáforas siempre son un
recurso y nunca un fin en sí mismas.
Si hay un poeta que no necesite escribir metafóricamente sino con
la tradición hermosa y profunda de los pardales, ese es Antonio
Pastor Gaitero.
Aquí está este libro, “El musical acento de tu nombre” para
demostrarlo.
Hay que leerlo. Hay que leerlo y tal vez sin darnos cuenta nos
veremos envueltos en la dulce seducción de lo popular, cercano y
comprensible.
Y eso no quiere decir que “El musical acento de tu nombre”
carezca de altura poética, sino todo lo contrario. Es un libro para
recordar. Esto sucede solamente cuando la lectura de un libro nos
deja un poso de buen sabor que perdura.
En “El musical acento de tu nombre” Antonio Pastor Gaitero
moldea la poesía con la sabiduría tradicional de la costumbre, no
tiene que recurrir a garabatos o geografías de liturgias exóticas,
porque todo lo que escribe forma parte de su mundo, de nuestro
mundo, del mismo mundo que es el mundo de todos, por eso
resulta tan reconocible.
En este libro – como en toda su poesía – Antonio Pastor Gaitero
cultiva una lírica amplia, variada, y cuantiosa que da vueltas en
torno al poeta con una emoción sostenida siempre y con una
oferta de retales carísimos, pero que él regala con una
espontaneidad expresiva de tal calibre que nos parece estar escrita
para cada uno de nosotros.
Madrid está presente, claro. Porque Madrid es una ciudad tan
hembra que en las manos de orfebre de Antonio Pastor Gaitero
siempre es nuestro Madrid.
Y así va sucediendo con todos los poemas que nos tocan como si
llamasen cada uno a nuestra puerta. Es el milagro de la
universalidad poética de Antonio Pastor Gaitero, que al elevar lo
cotidiano hasta la altura de una extrema sensibilidad, hacia una
pureza en el lenguaje, desmorona distancias y seca océanos entre
el lector y el libro
Yo me atrevería a decir que entre nosotros y él porque de tanto
leerlo se establece una vereíta que no cría yerba.
Culpa suya, hay que cargar este vínculo en el haber de Antonio
Pastor Gaitero.
Porque no hay que engañarse, esto está al alcance de muy pocos
poetas, sencillamente porque no resulta fácil fecundar
complicidades.
Se necesita mucho talento y un gran dominio del oficio para
diseñar un camino intelectual por el que transitan felices y a gusto
todos los aires de todas las gentes, sea cual sea su estado
sentimental.
Detrás de “El musical acento de tu nombre” hay un gran poeta
que nos deja en el libro tanta poesía cabalgando un rítmico
lenguaje que es una alegría itinerante caminando ya hacia las
plazas, las calles y los suburbios.
Y como una de las reglas para presentar un poemario es no añadir
más poesía a la que el propio poeta ha puesto en el libro, me
aguanto la berrea y les remito a “El musical acento de tu nombre”
y a Antonio Pastor Gaitero que están llamando ya con las
urgencias de las buenas noticias. Si ustedes no responden, sepan
que se van a condenar, porque se pierden algo goloso y grande.
Hay poetas que hacen crecer su poema al leerlo. Y hay poetas que a la vez de leer muy bien su propia poesía o la de otros, la cantan, con lo cual la suma de las tres cosas es una apología de los sentidos.
Es el caso de Antonio Pastor Gaitero, maestro de las tres dimensiones de un mismo sentimiento.
Mientras canta Antonio, mimando la guitarra como si fuese una novia, a la gente el corazón le hace una jugarreta muy extraña: se acuerda del vigoroso desmayo de los cantautores argentinos que se fueron marchando llevándose el nombre de Atahualpa, Cafrune, Cabral y otros así.
No se puede ser cantautor si el que canta y hace magia con la guitarra no es un depredador de la creación musical y literaria. Y Antonio Pastor Gaitero no solamente lo es, sino que lo es a su manera tan hermosa. Porque cuanto rasguea su guitarra y deja que vuele la sonoridad de su voz, nos transporta a la mejor tradición de los de grandes de antes y de siempre.
Para escuchar la personalísima profundidad de Antonio Pastor Gaitero hay que dejar los oídos limpios de sospechas, azuzar el silencio absoluto, y luego dejarse llevar por lo que canta y por lo que dice.
Antonio Pastor Gaitero es un magnífico poeta, canta con un intimismo que ensimisma, le gusta la magia y el ingenio de la charladuría, domina el escenario como los mejores juglares.
Antonio Pastor Gaitero es serratiano, tierno, sarcástico, hondo, epigramático, nostálgico, alegre, parlanchín, silencioso y hasta se permite el lujo de mentirse a sí mismo sonriendo a su sombra.
Antonio Pastor Gaitero pasa esta tarde de junio por Santa Inés y nos deja un incendio tranquilo.
Atención: Antonio Pastor Gaitero ha exterminado la retórica.
Esto se lee a la puerta donde viven los versos con el musical acento de su nombre. Esto se respira en el salón de los vientos que respiran sus páginas. Esto se lee en la alcoba que cobija a los vocablos más tiernos.
Porque este es un poemario de la libertad, de los besos, de la inmigración, de Madrí, de Madrí, de Madrí. De aquello que de vivirlo tanto, casi se pronuncia solo.
Pero sobre todo es un poemario donde los poetas, aprendices o doctorados, al leerlo ya saben que la poesía es más que la rima, bastante más que la métrica, mucho más que el ritmo. Que en él hay un seguro de vida, un contrato con el sentimiento, una pareja de hecho con los dulces vilanos, una herencia de los años 60 donde la poesía sedujo a un muchacho, una luz natural que alimenta al hombre que al día de hoy vivió tantos árboles.
Antonio Pastor Gaitero lleva siempre algo encendido en los dedos. Yo lo he visto. Y al verlo he escuchado que escribe futuros inacabados, cautividades de embelesos en un beso, el silencio de las dunas en la cama vacía del recuerdo, gritos de nombres que renombra en un verso, los errores, los caminos, los propósitos, los inviernos. Y el desierto.
Para cantar libremente este cántico hay que haber vivido antes mucho.
Y Antonio Pastor Gaitero sobrevivió a las prohibiciones compañeras de sus dos lenguajes, vive puro la fidelidad precisa de sus antaños, nombra a los objetos impenetrables con la sensualidad de la naturaleza más sensible, interroga a los misterios que ya sabe, suya es la sencilla poligamia con las pasiones. Nos vence.
Porque todo lo que escribe existe.
Nunca vi los baúles de Antonio. Pero estoy convencido de que están llenos de campanas, de rayos, de cortejos. Y que no hallaré en ellos el frío de un solo adiós que no sea un hasta luego.
“El musical acento de tu nombre” es un manojo de expresiones literarias muy cercanas al lector, como lo fue siempre la poesía tradicional. O eso me parece a mí, que lo leo como vivo con el regocijo quieto de la pequeña sucesión de los días.
No estoy diciendo que estemos ante un libro domesticado, hasta ahí podíamos llegar. Lo que atisbo es que este poemario tan consonante con la poesía popular (la poesía popular puede ser la más culta también), metida en la misma entraña de la lengua, está sosteniendo lo que aún queda vivo. No hay en él una sola moda escrita para dar gusto. Aquí no encontrarás una muchachita transformada en arrabal, con el pie agrio y hermana de las húmedas piedras.
La condición humana de Antonio Pastor Gaitero pone de manifiesto que esta poesía queda también cerca del lector o del oyente con la sencillez y la espontaneidad de la expresión. Y estas no se logran de una manera inconsciente sino a través de una poética al alcance de muy pocos, pero que aparece siempre en la larga carrera de Antonio.
En “El musical acento de tu nombre” no hay un solo gramo de poesía circunstancial sino la inspiración renovada en el hecho cotidiano, en la vida.
Y de ahí parte Antonio Pastor Gaitero hacia una poesía cultivada, yo creo que preocupado por individualizar cada poema, con la argamasa de una materia poética amplia, variada y cuantiosa en un temario que gira sobre sí mismo como una emoción sostenida en un canto siempre en movimiento.
En este libro tampoco se encuentran vaivenes o desmoronamientos, sino la secular prolongación del lenguaje, temas y técnicas que siempre han caminado faenas sencillas, ya sean oceánicas familiares o surcos en las montañas amigas.
A Antonio Pastor Gaitero hay que reconocerle muchas cosas. Entre otras, que jamás trastoca el lenguaje en una sucesión de metáforas entrelazadas. Su poesía -la de este libro también- tiene un lugar destacado por la extrema sensibilidad, la pureza de las palabras, el ritmo y la musicalidad.
Tiene el poemario una construcción intelectual bien diseñada, que se corresponde con una concepción, tan apacible como impetuosa, de la vida sentimental.
Parece que en “El musical acento de tu nombre” no hay una alegría alborozada, pero está, aunque el propio autor no lo vea. Es lo que tiene ser un buen poeta: que entra en la poesía como Pedro por su casa.
Y esa alegría nos la trae el aire del libro a los ojos de los obreros.
Celebro con todos la noticia de la cuarta edición del libro «Sonetos de amor y otras ausencias» publicado por Lastura ediciones. La poesía llega a nuevos hogares, se levanta y vuela y la palabra es semilla que crece y alimenta. Las espigas son la danza del aire en un mar de siembra y de oleaje. Un baile de vida y de esperanza.
Chispeaba en una tarde templada de febrero, salía tímido el sol para despedir el día en un viernes que anunciaba festivos de domingo. Las calles se sentían vivas al paso de las gentes y yo paseaba mis nervios con la guitarra al hombro por el barrio de las letras, camino de «La Fídula». Presentaba el libro «La respuesta del espejo».
La sala se fue llenando de amigos que calmaron en parte mis nervios con su presencia. Recité y canté textos del poemario y la noche se hizo eterna en abrazos y palabras.
Qué claridad de imagen reflejada
verdad delata limpia y transparente
que nunca deja a nadie indiferente
y apenas se demuestra equivocada.
Que obediente refleja la mirada
que devuelve la luz omnipotente,
impasible se muestra de repente
dejando la verdad manifestada.
Respuesta da si la pregunta asoma,
silencioso contesta realidades
la mentira no existe en los reflejos.
Igual la vida la respuesta toma
y nos devuelve claras las verdades
que nos dan en respuesta los espejos.
Antonio Pastor Gaitero
Fotografía de Pilar Hernández Asensio
Comentarios de Valentín Martín sobre el concierto del 3 de febrero de 2017 en La Fídula Calle Huerta 57.
…las crónicas a veces se escriben solas cuando hay carne literaria por medio, como esta noche en el que Antonio Pastor Gaitero se multiplicó a sí mismo, hablando, cantando, recitando. Y quitándose importancia. Prendió la mecha de la nostalgia de un Madrid que sigue en pie y me fui como siempre a la crónica donde todo comenzó después de nuestra Salamanca
Y también pienso en Antonio Pastor Gaitero, maestro de las tres dimensiones de un mismo sentimiento. Mientras cantaba esta tarde Antonio, mimando la guitarra como si fuese una novia, a mí el corazón me hacía una jugarreta muy extraña: me acordaba un poquito del vigoroso desmayo de los cantautores argentinos que se fueron marchando llevándose el nombre de Atahualpa, Cafrune, Cabral y otros así. Probablemente sea una boludez de mi oído de esparto, qué se yo, porque uno no manda en lo que oye aunque otro diga lo que dice. Antonio estuvo serratiano, tierno, sarcástico, hondo, epigramático, nostálgico, alegre, parlanchín, silencioso y hasta se permitió el lujo de mentirse a sí mismo diciendo que le llaman el triste de Coslada. Amos, anda, Antonio.
Antonio Pastor Gaitero pasó por la noche de Madrid y nos dejó otro libro – La respuesta del espejo- y un incendio. Una llama de poesía y música donde calentarse las manos. Yo las tengo aún calentitas. Lo digo por si alguien quiere probarlas, junto a esta canción que dejó el maestro como homenaje a mi paisano, el poeta noble y mártir Marcos Ana.
… la poesía de Antonio Pastor Gaitero es muy rica en sentimientos, pero también está llena de reflexiones sobre el tiempo y la vida. No hay que perdérsela.
El lunes 8 de agosto de 2016, sale publicado un comentario sobre el libro «Tan sólo por la luz la sombra existe» en LA GALLA CIENCIA en la pluma de Martín Parra y refleja tres poemas elegidos por él. Dejo el enlace para su lectura agradeciendo a la revista y a Martín Parra su comentario y atención.
Hoy, Diez Minutos, la revista semanal del 27 de julio, se hace eco del concierto presentación del libro «Tan sólo por la luz la sombra existe» celebrado el viernes 15 de julio en LA FÍDULA, Calle Huertas 57 – Madrid.
Tengo vivo en el recuerdo el concierto del día 15 en La Fídula, fue una grata sorpresa saludar a nuevos y viejos amigos en este encuentro. Empecé recitando poemas de los libros publicados y entre poemas canciones, y entre silencios aplausos, y en cada despedida un abrazo.
El domingo 17 de enero de 2016 a las 19 horas, en la tertulia poética del Cafetín Desván de Torrejón de Ardoz, (Calle virgen del Pilar nº9) presentaré recitando y cantando el libro «Tan sólo por la luz la sombra existe» sirva como adelanto este poema:
Tras el éxito de su primer libro y su aparición en la Feria del Libro de Madrid, Antonio Pastor Gaitero publica su segundo poemario: Tan Sólo Por La Luz la Sombra Existe.
Familiar y cercano, su poesía se encuentra cobijada entre el apoyo de su familia. Como fotografía de portada, el tatuaje con sus versos de su hija Laura y la imagen realizada de nuevo por Rocío Pastor Eugenio.
En el prólogo de Alfredo Piquer se establece que la poesía cumple un papel liberador hablando de la poesía de Pastor como una crónica en la que “la riqueza de imágenes y la amplitud de la metáfora contruyen el ámbito perfecto donde exponer y desplegar la sinceridad de su yo profundo”.
La musicalidad de la poesía de Antonio Pastor se cala con su lírica construida desde la naturalidad de la palabra medida, pausada, libre, fuerte y consabida.
Un egregio ejemplo de la calidad conseguida tras la conciencia plena del trabajo realizado y la tenacidad de los días.
Cierra el libro el epílogo de Fernando Gonzalez Lucini quien agradece al autor el haber conseguido con sus versos sentirse “más vivo y más humano”.
Una poesía que invita a la reflexión y a la lucha, a alzar los corazones y las caricias, a mirar a los ojos y coger de la mano y subir el pecho y ampliar la sonrisa, que invita a vivir y en cada espacio, respirar tranquilo en el cobijo de sabernos amados y de la creencia de que la posibilidad siempre cabe en cada paso.
La luz está donde tu luz da sombra (Página86)
y nada importa si la noche viene
a cobijar la luz con su almohada
de estrellas, tú eres luz amanecida.
Y nada importa si en tu día apagan
aquellos que en mentira y sombra viven
farolas de tu paso y siembran piedras
que ocultan el camino de tu casa.
Nada conseguirán porque sabemos
que el mar es vida y sal cuando atardece
y que la luz transita en su sosiego.
Sabemos que el sendero es nuestro paso
tu luz será mi luz en el camino
y es nuestro hogar el mundo sin fronteras.
Vive, lee, piensa y ama. Sólo así nos volvemos humanos y encontramos la palabra adecuada en cada gesto.
Sólo puedo dar las gracias por tener este libro entre mis manos. Gracias por el amor desprendido en cada verso dedicado al mundo y gracias por este poema que lleva mi nombre:
Él se llama Antonio Pastor Gaitero, comenzó a tocar la guitarra y a cantar cuando todos. O sea, cuando la Transición. Ahora denostada por la pose de algunos. Cantautor sin desmesura, sin fama desmesurada. Letra y música. Nunca lo ha dejado. Algunas veces la fortuna se cruzó en su camino, otras lo ignoró. Nada nuevo bajo el sol.
Hace dos años, con la joven editorial Lasturaeditó un libro de sonetos dignísimo, que ha agotado dos ediciones. Antonio conduce, tras la marcha a Ecuador de Teo Rubio, la tertulia poética del Café de Oriente, lo que ha reforzado su anhelo de vivir poeta.
El martes 17 presentó en la Casa de Castilla-La Mancha su segundo poemario, también Lastura Tan sólo por la luz la sombra existe que fue presentado con palabras cordiales y sabias por Alfredo Piquer.
Leyó después algunos poemas, en general provocados por situaciones emotivamente cercanas, antes de interpretar otros con delicada sensibilidad. Se agradece escuchar a estos autores que como Antonio levantan su obra desde la sinceridad humilde, desde la autenticidad serena sin otra pretensión que hacer de la poesía un confidente de la conciencia.
Este es el audio de la entrevista en directo en Radio Vallecas, programa del día 17 de septiembre. En la dirección del programa el poeta Sebastían Galán, secundado por Pedro Letai y J.Martín Lozano y a los mandos técnicos el infatigable Jose Luis Navarro, un equipo de lujo para mantener vivo el esfuerzo de llevar la poesía cada miércoles a través de las ondas a todos los amantes de la palabra y la canción, mi agradecimiento de nuevo por este incesante trabajo en favor de la cultura. Recité y canté temas del libro «Sonetos de amor y otras ausencias» entre alguna primicia tanto en verso como en canción, acompañado por un ambiente cordial y amigo.