18 de marzo de 2020
Te escribo esta carta desde casa, aquí me quedo por ti, por todos, para intentar vencer en esta batalla a este virus implacable. Cada uno batalla en su medida y esfuerzo, sé que para ti la pared no es un paisaje y tus ojos habitan sus rincones, y tu mundo es ahora un espacio reducido donde la esperanza aguarda, pero tu lucha es mi ejemplo y te valoro. La soledad nos une y nos hermana.
Aprecio al personal que te cuida y se desvela por cantar contigo la victoria. Nunca he sentido la unidad tan cerca como ahora que tenemos que respetar distancias.
Te escribo porque quiero decirte ¡No decaigas! Mantente firme, vamos a superar este desafío, y saldremos a la calle para recuperar el tiempo extraviado, para brindar por la vida en un abrazo múltiple. Ánimo, nos espera la alegría.
Inventamos los ciclos de la luna
para seguir los pasos de la noche,
y no para soñar un beso cálido
si la luna a creciente se levanta.
Inventamos los ciclos de la aurora
para iniciar en la vereda el paso,
y no para enlazar luz y rocío,
o si la luz de la mañana sigue
pintando su color a las espigas.
Inventamos las horas, la disculpa,
para olvidar al vernos la sorpresa
y limitar así nuestros encuentros.
Así nos olvidamos del abrazo
en esta sociedad cuando consume
vacío en una compra innecesaria.
Reinvento el beso que al presente acude,
reinvento el mar que siempre nos espera,
y tu mirada invento, tu sonrisa,
y tu noche de estrellas consteladas,
y tu mañana de espigas y de abejas
que siembran flores en el beso ardiente.
Esto invento de nuevo si es preciso
para que sepas que mi paz espera
la noche y la mañana de tus sueños.
Antonio Pastor Gaitero